Acerca del apremio del tiempo.



Anoche me hablaste de la posibilidad de reencarnar y yo te dije que era una estupidez y me dijiste que podría suceder, que qué tenía en contra de esa bella probabilidad y te dije no creo en tonterías y me dijiste que cómo era posible entonces que creyera en todo lo que escribía y yo no dije nada por un momento, porque era cierto, lo tomé como un golpe bajo, pensé en irme pero hubiera sido como admitir la derrota. Entonces dije bueno, quizá pueda ser eso de la reencarnación, en todo caso no me importa, y me dijiste que era un tonto y que si fuera posible reencarnar yo lo haría en un tipo listo,  yo sonreí, te dije y eso?, y tú dijiste es que la vida es bondadosa O que siempre reencarnamos porque es un modo de evolución hacia la perfección o hacia la expansión y yo te dije que si ese es el caso tu reencarnarías en un ángel, tú sonreíste, pero yo no, porque sabía que si reencarnaras en un ángel yo no sabría qué hacer siendo un chico listo y esa lucidez triste que tendría sólo me conduciría a alcoholizarme y ser el mismo estúpido de la otra vida, o sea de ésta, pero esto no te lo dije porque sonaba raro. Entonces percibimos ese silencio que se prolongaba y yo quise pensar en la reencarnación como un pacto secreto entre dos personas para transgredir los límites de la muerte y seguir hallándose por siempre y tocaste mi mano como si estuvieras pensando lo mismo, pero más convencida. 

J. Estiven Medina Ortiz.

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