Un cuento desde una ventana surrealista

Cuando el pueblo quiere justicia sale un tipo gordo y gigantesco que quiere que todos retrocedan y odien la música, cuando sucede esto los versos se ponen melancólicos y le salen algo de moco pero su amiga la insurrección le presta un pañuelo, pero se lo devuelve,  tiene que lavarlo porque a su dueña le gusta la marinera, la marinera con sabor a rebeldía, esa que desconoce la voz de un patrón o un dictador. Por eso cuando el tipo gordo, o la señora sin rostro quieren  timar, salen enanos  dientones en busca de destruir todo lo que tenga una pizca de color, quieren  un pueblo gris, sin ninguna chispa, que triste suena cuando los tambores dejan de sonar, a veces los payasos ya no hacen reír y se van a una esquina a llorar o emborracharse con alguna cumbia, pero  por más que haya entes encargados de desparramar el aprecio por lo gris y la tortura, existe siempre un  sikuri que cantar, porque el viento es cómplice del guerrero que siente en su pecho siglos  de arena, barro y hojas  de coca; pero todo vuelve, la historia puede correr, pero ese mismo guerrero ahora vende linaza en una esquina , los buses dicen con su modernidad liquida pintan de desorden la avenida, y el vende la linaza, una boca con frio prueba el alimento caliente, llega a su estómago para que el imperio del sol y del inca sea un tatuaje dentro de él, otra vez el  guerrero/linaza encarna al peruano que sale de madrugada, mañana, tarde y noche, a insertarse en una economía que no le fue consultado, y que  lo desprecia y escupe cada segundo, por eso el guerrero/linaza  toma el vaso sirve y atiende a otros peruanos, que también soportan los discursos con metida de rata cada cinco años, los palazos por parte de las economías mundiales y todo aquello que quita algo de palabra, o nos quitaron desde que entramos a la puerta de un colegio y nos dijeron  que repitamos, por eso es recomendable que lxs niñxs hagan  petroglifos en el salón y  conviertan sus deseos en monolitos,  que la cultura sea un beso y la economía se reparta en abrazos.  Los gatos ahora caminan debajo de la lluvia, revolcándose arañando los panfletos votados por partidos que dijeron y no hicieron, los gatos, la venganza de los gatos,  la destrucción de los techos, la destrucción de un paseo sin destino, o cuando tomas una combi y le dices al cobrador lléveme donde los sueños nos lleven, y el chofer te mira y pone  viento de Chacalón, y dos señoritas dicen miren ese joven, piensa que las utopías están cercas, tú sigues  sentado esperando que el cobrador te deje donde pediste ir, pagas tus setenta céntimos, y esperas que todo no sea un sueño , sino que el sorbo de chicha de jora sea el verdadero encuentro con el pasado que deseaste, que de las manos de la señora de la esquina que sale todos los días a vender su chicha, te de lo que buscabas, ¡crear, forjar poder popular!.  Más allá de la secta urbana o de la secta partidaria entendiste que la lógica del poder, tiene un remolino de lógicas y el amor a veces es más compresible que un símbolo de izquierda y que cupido puede ser más revolucionario, ahora es mejor tomarse una cerveza, respirar hondo y cantar: la sangre del pueblo tiene rico perfume huele jazmines, violetas, geranios y margaritas a pólvora y dinamita carajo.   Y en la puerta del horno se cocinan los panfletos,  apunta el nombre de la muerte, porque todo el abecedario no puede llevar tu muerte, avisa en este nuevo crimen, se él campana, avisa y también sé el criminal, el arte ahora será juzgado por hacer de tu grito una grafiti y de tu pasión un proyecto, ya no caigas en el defecto de creer al que se pone corbata y suelta la lengua atrapando moscas, cree  en lo que tú puedes imaginar,¡ proletarios del mundo libérense e imaginen!, que dentro de ustedes está el mundo donde haya varios universos, y el cosmos sea un puñado de serpentina que adorne el nuevo baile, porque sin baile no es mi revolución.
                                                                    
Escrito por Mario santiago Bey Quiroga

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