Para Calvo, poco antes de partir



LUNES: JULIO BARCO




Querido César:


Nunca tu voz estuvo tan lejana como hoy que verso estas prosas. Corrimos juntos por playas tórridas, con la fiebre como una noche y los brazos desplegados. Destapaba tu presencia de una antología, como no queriendo terminar de ahogarme en Lima, y lanzaba con ansias mi caña de pescar. 

Sacaba versos, frases, ganas de vivir, enormes dudas, incendios. Y era para eso, pues, que también leíamos el poema: para orientarnos.  

Éramos pájaros y nos pertenecían todas las estrellas. Los libros y las hileras. Los bellos rebuznos del viento.  Leerte era requisar el interior: crecer hasta el fondo y no detenerse. Sentirse solo y vasto. Entiendo que todos somos como árboles, nuestras raíces son sombras y dudas. Y el poema es nuestra raíz, la única y la más ubicua. Y como la raíz también es una vena por ella salen los dientes, los carajos, el sudor o el amor.

Descansas no sé dónde. Tus amigos dicen que fue tu última broma, la más negra. Esperamos, ya no esperamos. 60 años y muerto. Eras un demonio tierno, en tus versos un perfil desdibujado enternecía, degollaba con dientes a la monotonía. Y abrías, metías el dedo en los intestinos. Qué era el poema sino una forma de ubicarse entre las gentes. Ahora estás ubicado entre nosotros, desde nosotros, con nosotros.

Dijiste que escribías para duplicar el orgasmo. Para empujar a los hombres, para no hacer cosas peores.  Tu risa como un día atraviesa sonidos y puertas y es, sigue siendo, pan o abrazo. Y dijiste “Miro a la realidad con el corazón, porque si lo miro con los ojos me pongo a llorar” Y te sentías cercano a Eielson, a Vallejo, a Pimentel. Y ardías con hermosos decibeles. 


Es por eso que toco mis manos y desmadejo mis canciones. Es por eso que toco mi voz y cae cae cae...Caemos. Como una piedra o planta caemos y es mi memoria la que dicta que estuvimos juntos. Es por eso que no querermos que el Olimpo se nos suba a la cabeza, que no queremos un poema parecido al agua. Que todo cabía en esa madrugada con algas negras y el corazón retozando en la boca, esa madrugada que era tu voz.  Tu voz dilapidada por truncas y enormes constelaciones. Tu voz, hermano, como tatuaje en la piel de todos los ríos. Tu voz amenazada por todas las voces.   


Dijiste que vivías hace siglos en el aire, entre el quiero y el nunca, entre el no y el siempre, en los todavía, con tijeras y sandalias. Y nunca tuviste casa, según la leyenda. Y no querías olvidarte que jamás de que no volverías a tener 31 años, era el tiempo, o un padre flaco, o un país como hastilla en el cuello. Y ese fue tu mejor poema. De tus versos enterrados bajo tierra crecieron como obsequio arboles y hombres. Y se sigue escribiendo para juntar a los hombres, es decir, para intentarlo. Y los oídos te laceraban y ya era inútil perseguir el canto de los amigos, olvidar a Javier asesinado en el río, entristecernos por la ginebra que deshiela la distancia y nos aleja, conocer
uno
A uno
las escaleras que prosiguen y siguen ya los oceanos, tu cuarto y tu cuaderno. Dijeron que tu cuerpo era una radiografía del aniquilamiento, que todo estaba deshecho, no se pudo explicar como seguias vivo. Entonces todavía es tu abuelo durmiendo en aquella azotea y es aquella azotea en el ombligo de Lima donde quieres que el tiempo se detenga y sientes pena. Corres a escribirle una carta... una carta para que no envejezca más. Corres y te salen versos y nunca dejaran de salirte versos o raíces o amigos o amores. Entonces te preguntaron para qué se escribe un poema y dijiste:

Se escribe un poema para sentirse el centro del mundo.
Se escribe un poema para hacer más fraternos a los hombres,
o sea para intentarlo,
o sea para que la poesía sirva para alguna cosa.
Se escribe un poema para no sentirnos el centro del mundo.
Se escribe un poema para ahuyentar a una muchacha.
Se escribe un poema para sacarle un par de libras a un amigo.
Se escribe un poema para ayudar a la Revolución.
Se escribe un poema para que los maridos nos odien mucho más.
Se escribe un poema para que el poema nos acompañe,
para no estar tan inexplicablemente solos.
Se escribe un poema para duplicar el orgasmo
o al menos para ponerle un espejo delante.
Se escribe un poema para no tener tiempo de hacer otras cosas,
como por ejemplo para no tener tiempo de sufrir.
Se escribe un poema para que nuestra tía más querida
pueda decir a todos que tiene un sobrino que escribe un poema.
Se escribe un poema para rascarse la barriga en la playa,
para emborracharse en Surquillo sin que a uno lo asalten los señores chaveteros,
para darse un descanso entre polvo y polvo,
para hablar de ello en el Instituto Italiano de Cultura, para que a uno le consientan todo
para que a uno no le consientan ni un comino.
Se escribe un poema para que los psiquiatras no nos cobren,
y para que aquella rubia se sienta inmortalmente poseída
y para que los hermanos como Ángel Avendaño no sientan tanto frío en las prisiones,
y para que el general Velasco lea estas líneas
y sepa que Avendaño sigue preso
por orden de una culebra disfrazada.
Y se escribe un poema para viajar a los congresos de escritores
con todos los gastos pagados,
y para ponerle el cascabel al gato,
y para poder comer con la mano en los salones si nos viene en gana,
y para morirse de hambre
y también para no morirse de hambre,
y para quedar como un perfecto cojudo en todas partes,
y para usar calzoncillos de colores sin que se nos acuse de maricas,
y para que ciertos cadetes nos dejen a solas con sus novias
creyendo que lo somos.
También se escribe un poema para no afeitarse nunca,
para ir al baño sin remordimientos,
para ir al comedor sin remordimientos
para ir al dormitorio sin remordimientos,
y se escribe un poema para sentirse culpable de todo
y con esos materiales llegar a escribir algún poema.
Y también se escribe un poema para reírse a gritos.
Y para vivir también se escribe un poema.
Y para tener un pretexto para no vivir,
etcétera.
Y a propósito de etcétera:
Se escribe un poema para no escribir cosas peores, como cartas de amor,
cartas financieras, facturas por pagar, tratados de filosofía miraflorina.
Y se escribe un poema por incapacidad,
cuando se ha fracasado como wing derecho en la selección del colegio,
cual es mi triste caso.
Y se escribe un poema para intensificar la vida,
como dice Stefano Varese.
Y se escribe un poema finalmente, se escribe un poema
para que en algún lugar del mundo, mañana
para que en algún lugar del mundo, mañana o
dentro de veinte años,
la pareja que está por suicidarse alcance a leerlo, y desista, desista por
lo menos unos días, y comprenda que la vida es siempre hermosa
a pesar de la vida… y a pesar del poema.


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