Quiero volver


Quiero Volver 

¿En qué momento?, fumo, me estiro, reacciono, luego de levantarme, me abrocho el pantalón y la observo, en lo cálido de una mañana desconocida. Duerme, sueña, le sonrío, ¿en qué momento sucumbí a esta extraña situación, en qué momento?, gira en la cama, me observa  casi sin observar, y vuelve a su letargo. Estoy listo, la abandono, bajo raudo las escaleras, y desprendo de mí todo recuerdo que haya de la noche anterior, la he abandonado completamente: sigo siendo un niño, o sigo sin pertenecer a la totalidad, al momento, ¿en qué momento caí desde mí, en qué impotencia me disparé hacia la tangente?, Lima y su ruidosa consternación golpean contra mi cansancio, autos, buses, compradores, vendedores, ancianos, y la distancia que me espera, ¿escribirlo?.  Estoy contento, pero estoy triste, estoy herido, ¿he sido yo?, sí, yo mi ejecutor, mi verdugo, mi mercenario. Solea, y las gotas de alcohol hechas sudor hincan en la espalda, me quito el abrigo, entonces me dispongo a andar, entre tantos desconocidos, tanto camino desconocido, sí, he sido yo mi verdugo, el humano ambivalente, la máquina multifacética, el organismo en constante desacuerdo. Aun así, quiero escribir, quiero ir subiendo por mis venas, ascender hasta extraviarme por entre los pensamientos, y entonces, estallar en la palabra, cual química coalición de la materia, cual coalición vertiginosa del miedo, del terror que provoca la realidad, y dilatar hasta el extremo las pupilas, y afilar cada uno de los infinitos nervios. Quiero escribir, porque soy de emociones, porque soy de hechos al segundo encrucijada de todos los momentos: Ahora, más que ningún otro sueño. Quiero estar vivo, porque quiero escribir, aunque resulte más mortal que cualquier otra muerte. Quiero sacudir mis orgasmos en la fina línea que separa la razón de aquella trémula verdad, y descubrir mis hijos, mis nietos, mis bastardos, bajo la alfombra colonial del olvido; quiero, luego de haber recorrido mi solitaria adolescencia con toda la sed de los desiertos, con toda esta lascivia característica del mamífero bípedo que me va siendo muy a su antojo en desventaja, y entonces, echar a los mares mis apenadas glándulas, mis médulas indolentes, mi humanidad, para huir con los vientos. Pero, ¿qué busco de verdad?, mi madre me mira con desconfianza, con enojo, pero mantiene para sí toda clase de reclamos, el hogar se me va haciendo cada vez menos familiar, cada vez  más un refugio donde caer muerto de la embriaguez. Por ello, quiero escribir, porque todo se va estirando en el tiempo, y todo se va separando de mí, hasta olvidarnos. Por ello, quiero dibujar con las palabras, quiero latir, quiero dividir la congoja del presente, hacerlos dos, aunque hasta el momento parezcan indivisibles, y escupirla en flemas de agrios colores; quiero partir de este mí, de este divagar, y sucumbir al letargo privilegiado de la poesía; quiero escribir, con ojos cerrados, maniatado e inconsciente; quiero ser palabras, tinta y silencio, porque quiero ser de sueños, porque quiero cantar hacia lo lejos, porque quiero abrazar mi historia, en una grata conversación conmigo, con el altísimo miserable que me es sin consentimiento, que me es con todas las glorias posibles, porque le soy, presto y solícito, porque quiero escribir. Porque quiero, más allá de escribir, estar sintiendo, ir sintiendo con los demás cuerpos, aquellos que andan por la vida, que sonríen. Que qué digan las palabras, que cuánto signifiquen, queda en las sienes, en los sentidos, en los cuerpos; yo quiero escribir hasta ser con la esencia un cuerpo desbordante de todos los principios, y de todas las finalidades. Quiero escribir, quiero ser de espera, de suspiros, de tiempo. Quiero parir mis tormentos en una profunda resignación, y entonces, echarlos al olvido. 




Luis Ernesto

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